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Cada gota cuenta: ¿Cuáles son los beneficios y desafíos del riego tecnificado?

El académico del Departamento de Agronomía de la Universidad de La Serena, Cristian Ibáñez, destacó que esta tecnología permite la entrega de agua y de nutrientes en la medida justa, evitando daños al suelo y a los cultivos.
El riego tecnificado nació como una solución innovadora frente al desafío de producir más alimentos con menos agua, prometiendo llevar cada gota de agua en la cantidad justa que la planta necesita, reduciendo pérdidas por sobreriego y aumentando la eficiencia en la gestión del recurso hídrico.
Con relación a esto, el académico del Departamento de Agronomía de la Universidad de La Serena, Cristian Ibáñez, explicó que el riego tecnificado es un sistema que permite entregar agua a los cultivos de una manera mucho más precisa: “Puede ser por goteo o por microaspersión, lo que se elegirá dependiendo de cuántos litros de agua y con qué frecuencia la requerirá cada planta, considerando su estado fenológico y las condiciones climáticas que imperan en el lugar en que se cultiva”.
Esta metodología, agregó el doctor en Biotecnología Vegetal, “representa una optimización en el uso del agua, que es un recurso escaso sobre todo en regiones áridas y semiáridas, donde naturalmente hay una menor disponibilidad de agua, lo que sumado a las sequías, que en el caso de la Región de Coquimbo ya lleva 15 años, exige implementar una mejor gestión del recurso hídrico”.
El ingeniero forestal también detalló que “con el riego tecnificado se entrega la cantidad precisa de agua, al mismo tiempo que se puede fertirrigar, es decir, usar el mismo sistema para entregar macronutrientes y micronutrientes sin intoxicar a las plantas, ya que cuando se hace un uso excesivo de nutrientes como el nitrógeno y fósforo, estos son filtrados a las aguas subterráneas o arrastrados por las lluvias llegando a ríos y lagos, estimulando la proliferación en masa de algas y materia orgánica, lo que gatilla a su vez un explosivo aumento de bacterias y otros microorganismos que reducen la cantidad de oxígeno en los ríos y lagos bajo eutrofización, provocando la mortandad masiva de peces y otros organismos acuáticos”.
En cuanto a los costos de usar esta tecnología, señaló que “si bien el riego tecnificado supone una gran inversión en comparación a un sistema de riego tradicional por surco, implementarlo puede reducir los costos futuros del manejo del agua. Además, es mucho menos invasivo, razón por la cual su uso se ha incrementado en nuestra región, de la mano de estrategias lideradas por la Comisión Nacional de Riego y el Ministerio de Agricultura, reflejando que el mundo del agro está tratando de adaptarse a los nuevos escenarios climáticos”.
Cuidados
Respecto a los desafíos asociados al uso del riego tecnificado, Ibáñez recalcó que “las condiciones geográficas de nuestro territorio hacen que sea complejo llegar con esta metodología a todas las zonas. Además, es importante actualizar las normativas, ya que el aumento en el uso del riego tecnificado podría tener un efecto en la salinidad de la tierra si no se tiene un buen manejo, pero si el riego tecnificado se utiliza correctamente, no debería haber una acumulación de sales en los estratos superiores del suelo”.
“Para que este sistema sea exitoso, se debe considerar la geografía y realizar previamente un análisis de suelo, ya que algunos tienen mayor proporción de arcilla y limo, cuyas partículas son muy pequeñas, por lo que la percolación de agua es más lenta, generando acumulación del recurso y retención de sales, las que con el proceso de evaporación, suben y se acumulan, lo que es tóxico para las plantas y puede provocar su muerte”, advirtió.
Ahondando en esto, el experto aseguró que “aunque la planta sobreviva, podría presentar daños foliares y radiculares o frutos más pequeños, ya que las plantas invertirán energía en desarrollar, por ejemplo, mayor cantidad de raíces para poder alejarse de la zona tóxica. Además, si la planta está enferma o debilitada, podría ser más fácilmente atacada por microorganismos patógenos”.
Ibáñez también remarcó que “el riego tecnificado está supeditado a condiciones dinámicas, por lo que requiere un monitoreo constante para evaluar que todo esté funcionando bien y descartar problemas de sobreriego o falta de él”.
Panorama regional
En relación a la necesidad de fomentar el uso de riego tecnificado en regiones como la nuestra, Ibáñez sostuvo que “ya no podemos seguir regando como se hacía hace 30 años atrás, por eso, es vital seguir investigando sobre las cantidades exactas de agua que requiere cada cultivo, sin necesidad de sobresaturarlos”.
“Hay quienes siguen regando por surcos y para ello han tenido que profundizar sus pozos cada vez más para obtener agua, mermando los depósitos de las napas freáticas, lo que es una problemática grave si pensamos que tenemos poca disponibilidad de agua por la escasez de precipitaciones pluviales y nivales, y por ende de aguas subterráneas y en los embalses”, lamentó.
Debido a esto, el académico insistió en que “se deben desarrollar nuevas variedades de cultivos más tolerantes a la condición de escasez hídrica permanente, para que puedan producir las mismas toneladas por hectáreas, con un porcentaje menor de agua de riego utilizada; además se debe apostar por el uso ingeniería genética de precisión y se debe trabajar en la eficiencia de los sistemas de riego, de manera de dejar de usar combustibles fósiles para transportar el agua por los sistemas de riego tecnificado. También es recomendable airear los suelos muy compactos o muy ricos en arcilla, para incorporarles porosidad, evitando anegaciones y acumulación excesiva de sales”.
Al ser consultado por las condiciones del territorio regional, Ibáñez aseguró que “los suelos en las zonas áridas y semiáridas tienen una baja cantidad de materia orgánica y tienden a tener mayor contenido de arcilla y limo, lo que dificulta la penetración del agua a estratos inferiores, pero cuando hay lluvias intensas, como las aguas son absorbidas y evaporadas lentamente, acumulan mayor humedad en las zonas radiculares de las plantas, lo que aún se puede observar fácilmente tras un par de semanas, y si se hace una hoyadura, se podrá observar como el suelo aún mantiene una alta humedad”.
“Esa característica nos permitirá disfrutar del desierto florido este año, ya que las lluvias caídas este invierno sirvieron para despertar las semillas latentes. Además, la cantidad de horas y la intensidad con la que precipitó permitió humedecer los estratos inferiores del suelo, asegurando un suministro de agua suficiente para que las plantas puedan iniciar y completar su proceso de floración, fructificación y subsecuente generación de nuevas semillas y propágulos”, indicó.