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¿Mito o realidad: la manzana o el bicarbonato reemplazan el cepillado dental?

Más allá de los mitos, el uso de bicarbonato o de pastas dentales con componentes abrasivos puede provocar un desgaste irreversible del esmalte, abrir la puerta a la sensibilidad y aumentar el riesgo de caries. Los especialistas advierten que estas prácticas, lejos de blanquear o limpiar en profundidad, dañan la salud bucal y no sustituyen en ningún caso el cepillado con pasta fluorada, el hilo dental y una higiene constante desde la infancia.
El Director de la Escuela de Odontología de la Universidad de La Serena, Darwin Pérez Miranda, fue categórico al derribar algunos de los mitos más arraigados en torno a la higiene bucal. Entre ellos, la creencia de que comer manzana o masticar chicle puede sustituir el cepillado. “Nada reemplaza el cepillo, el hilo dental y una pasta con flúor”, advirtió el académico, recordando que estos hábitos son la única garantía de una limpieza realmente efectiva.
Pérez también alertó sobre el uso de pastas dentales con carbón activado o partículas abrasivas, indicando que “esas pastas deben ir a la basura”. El motivo es claro: estos productos erosionan el esmalte dental, una capa que no se regenera y cuyo daño puede derivar en sensibilidad, caries y otras afecciones difíciles de revertir. La recomendación profesional es optar siempre por pastas fluoradas con al menos mil partes por millón de flúor, especialmente en personas con historial de caries o restauraciones.
El especialista recalcó que la educación en salud bucal debe comenzar desde la aparición del primer diente. Incluso antes de contar con la dentadura completa, es fundamental cepillar con una mínima cantidad de pasta fluorada e higienizar encías, lengua y cavidad oral. Los cepillos de goma que algunos padres utilizan para calmar molestias en la erupción dental pueden ser útiles, pero no sustituyen una limpieza adecuada desde el primer año de vida.
En cuanto a herramientas de higiene, señaló que los cepillos eléctricos pueden ser una buena opción siempre que su uso esté guiado por un profesional. Para quienes prefieren el cepillo tradicional, la recomendación es clara: cerdas suaves. “El cepillo duro no limpia mejor; por el contrario, daña las encías y desgasta el esmalte”, puntualizó.
También desmontó la antigua práctica de cepillarse con bicarbonato, advirtiendo que, pese a su fama de “limpieza profunda”, es igualmente abrasivo y daña el esmalte de manera irreversible. Sobre bebidas como el café y el té, confirmó que manchan los dientes, aunque principalmente cuando existe biofilm o placa bacteriana no removida, lo que refuerza la importancia de una limpieza diaria y correcta.
Por último, el académico abordó casos especiales, como el de personas que utilizan inhaladores con frecuencia. Estos dispositivos resecan la boca y reducen el efecto protector de la saliva, lo que incrementa el riesgo de caries. Su consejo: beber agua inmediatamente después de usarlos y completar el cuidado con el cepillado correspondiente.