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De herencia británica a costumbre nacional: expertos analizan por qué Chile tiene un alto consumo de té

Académicos detallaron que la preferencia de los chilenos y chilenas por esta bebida es una herencia cultural, reforzada por factores económicos que consolidaron al té como la bebida más accesible y cotidiana en nuestro país.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la empresa internacional en investigación de mercados y análisis de datos, Euromonitor, Chile ocupa el cuarto puesto a nivel mundial en consumo per cápita, detrás de Turquía, Irlanda y Marruecos.
Además de esto, en promedio, cada chileno bebe más de 400 tazas al año y el 90% de los hogares declara consumir té de manera habitual, lo que deja a Chile liderando el consumo de té en Latinoamérica.
Con respecto a esto, el director Escuela de Pedagogía en Historia y Geografía y académico del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de La Serena, Alex Ovalle Letelier, recordó que “durante el siglo XVIII, la base de la dieta de la clase trabajadora en la Capitanía General de Chile era yerba mate y azúcar, ya que ambos productos energéticos mantenían las jornadas de las personas y eran consumidas en todos los sectores sociales”.
Pese a esto, el Doctor en Historia relató que “durante la República la apertura de los monopolios económicos, permitió la inserción del té de Ceilán importado por los ingleses. El Estado que se estaba construyendo en Chile, encontró en el impuesto al té una posibilidad para la recaudación, debido a la popularidad de su consumo en los puertos y las grandes ciudades”, afirmó.
En relación a la predilección del pueblo chileno por consumir té, costumbre que se mantiene hasta el día de hoy, el investigador destacó que “sobre todo a inicio del siglo XX el té era publicitado y se configuró un ambiente cultural para su consumo, lo que se puede observar en la tradición de tomar té a la hora de once que surge en los años 80, por la crisis económica, ya que comer pan con té era más barato que cenar”.
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De acuerdo al estudio, este gusto masivo de las chilenas y chilenos por el té se refleja en las importaciones, que crecieron 30% en los últimos años, y en el valor de la industria local, que alcanzó los USD 235,56 millones en 2024, con una proyección de crecimiento anual del 2,20% hasta 2034.
Referente a esto, la ingeniera comercial y académica de la Universidad de La Serena, Lorena Parada, detalló que los factores económicos que explican esta preferencia en nuestro país, se debe a que “este alto consumo viene arraigado a nivel cultural desde el siglo XIX, principalmente en ciudades costeras donde se encontraban los puertos, por influencia británica”.
“El consumo de este producto se masificó a todo el país alrededor de 1767, época en la que se aplicó un impuesto a la yerba mate, encareciendo este producto y haciendo más accesible el té”, agregó.
La experta en educación financiera, transferencia tecnológica y propiedad intelectual, también hizo hincapié en que “como país no somos productores, y prácticamente el 100% del té que consumimos proviene de importaciones principalmente de Sri Lanka”.
Al ser consultada por el atractivo que supone el mercado del té para los emprendedores de nuestro país, en comparación al café y jugos, la especialista señaló que “en los últimos 5 años el consumo de té premium ha aumentado entre un 10% y 15%, impulsado principalmente por variedades innovadoras en torno a sabores y té helado”.
En línea con esto, Parada recalcó que “el consumo de bebidas heladas se ha convertido en tendencia a lo largo del mundo, principalmente impulsado por el consumo de bebidas saludables y de rápida preparación”.
“El enfoque al momento de emprender puede estar orientado a introducir este tipo de productos con sabores típicos de Chile como cítricos, papayas, hierbas aromáticas y a incorporar innovación puede generar oportunidades para empresarios que ofrezcan calidad, experiencia, diseño y una narrativa distinta, pero se tiene que considerar como pilar las características, gustos e idiosincrasia del chileno en torno a esta bebida”, recomendó.
En cuanto a cómo podría afectar al consumidor chileno que el país consuma té importado, la experta sostuvo que “el que se importe el 100% de lo que requiere el mercado nacional nos genera vulnerabilidad en torno al precio, debido a que cualquier variación de la oferta de este producto puede generar aumento y por otra parte está muy relacionado con las variaciones del tipo de cambio”.
“Además tenemos gran dependencia de productores internacionales que pueden ver afectados sus cultivos por distintos factores y esto puede provocar escasez o reducción significativa de la oferta de este producto”, indicó.